Pasa en los bancos, en tiendas, con algunos servicios… cada vez son más las empresas y organismos que empujan a las personas al entorno digital en lugar de prestarles una atención personal y directa. Esto hace que colectivos con dificultades de comprensión, entre los que se encuentra el de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo, queden excluidos de prácticas que son necesarias para su bienestar y calidad de vida.